miércoles, 24 de enero de 2007

LA LEYENDA DE PÍRAMO Y TISBE

Según Ovidio hubo una vez dos jóvenes enamorados. Píramo y Tisbe, a cuyo amor se oponían los padres de ambos. Ello les obligaba a no poder hablarse más que por una grieta en el muro que separaba sus casas. Y así, noche tras noche, se susurraban juramentos de amor al oído hasta que un día decidieron escaparse juntos y vivir lejos de la incomprensión de sus familias. Acordaron reunirse a la noche siguiente en un solitario moral que se encontraba junto al sepulcro de Nino (marido de Semíramis, rey y fundador de Nínive).
Llega primero la hermosa Tisbe pero, mientras esperaba a su amado, ve acercarse a una leona y, aterrorizada, huye dejando caer el velo que cubría sus cabellos. La leona, con el hocico ensangrentado por la reciente matanza de unas reses bovinas, encuentra el velo y juguetea con él, dejándolo manchado de sangre, antes de alejarse. Poco después llega Píramo, ve el velo desgarrado y ensangrentado y cree que Tisbe ha sido presa de una fiera. Con el corazón desgarrado decide darse muerte con su puñal. La sangre de Píramo brota de su herida, y empapa la tierra. Las frutas del moral, hasta entonces blancas, se vuelves rojas como la sangre de Píramo, en sencillo homenaje a los desdichados amantes.
Demasiado tarde, llega por fin Tisbe, llamando suavemente a su amado. Al ver las frutas rojas del moral experimenta un terrible presentimiento y corre al pie del árbol para encontrarse con el cadáver de Pirámo. Tisbe cae junto a él, lo abraza, grita su nombre. Las lágrimas brotan de sus ojos al ver el velo que abraza Píramo y comprender lo sucedido. Inconsolable, toma en sus manos el puñal y se suicida junto a Píramo. Y así, abrazados, quedaron Píramo y Tisbe al pie de aquel árbol de moras que, desde entonces, nos recuerda con el color de sus frutos la tragedia vivida por los desgraciados amantes.

No hay comentarios: